Nuestra isla preciosa es mundialmente conocida por sus playas idílicas, pero su encanto va mucho más allá de la costa. Quiero compartir con ustedes un pequeño paraíso donde la naturaleza y la conservación se fusionan en perfecta armonía.
A menudo, la idea del desarrollo y la protección del ambiente parecen estar en conflicto, pero aquí tenemos un ejemplo claro de cómo pueden coexistir. Con una política pública ecológicamente sustentable, podemos disfrutar de nuestras áreas verdes y vida silvestre de manera responsable.
Algunos podrían ver en esto un eco de Costa Rica más que de Puerto Rico. No están del todo equivocados, pero en mi visión, este paraíso imaginado podría florecer mañana en Puerto Rico, tomando inspiración de otros países. Costa Rica, con su liderazgo en ecoturismo sostenible, nos muestra el camino. Aunque diferentes, compartimos muchas oportunidades para hacer realidad esta visión aquí también.
Su gobierno fomenta la conservación de tierras y ofrece incentivos para el desarrollo de otras industrias. Es hora de reconsiderar la percepción de los incentivos fiscales en el contexto de la globalización moderna.
Deberíamos aspirar a seguir este ejemplo. Comencemos por creer en nuestras capacidades y tomar medidas sencillas que inspiren a las generaciones futuras. Hablamos mucho sobre la libertad de nuestras playas y la importancia del respeto, pero a menudo nos falta actuar cuando visitamos estos espacios naturales.
Esto no es un lamento borincano ni un pensamiento utópico. Es un llamado a la conciencia y a tomar acciones concretas para promover la belleza de nuestro país de manera responsable y sostenible, en beneficio de todos.
¡Pura Vida!